Hoy en día se siente más el efecto “interferencia del tiempo”. El hecho de parmenecer más horas en casa. Seguir protocolos de confinamiento están causando estados de hipertensión.
«Hipertensión»
La pandemia ha creado una especie de interferencia. El tiempo se ha vuelto borroso y nuestro cronometro del día a día nos está jugando una mala pasada. Se vuelve cada vez más normal escuchar anécdotas como esta: “Un domingo por la mañana, recibí un correo electrónico de un empleado cuando estaba muy claro que los fines de semana cerrábamos la tienda”, recuerda Emilie, que trabaja en publicaciones. Ante mis reproches, me confesó, sinceramente confundida, que no sabía que era domingo… ”
A veces se inculca la curiosa sensación de vivir un solo día, una especie de «lunes», término que nace durante el primer encierro.
Ahora ya no, es más: es lunes, así que me voy a la oficina. Es: voy a la oficina, así que es lunes. El matiz puede parecer tenue pero desestabilizador, sugiriendo que ya no son los horarios los que marcan nuestra existencia, como era el caso desde la época monástica, sino la actividad en sí. Este paso de un tiempo organizado ritualmente a un tiempo sin límites claros está permitido y acentuado por las herramientas informáticas. Para subrayar su ambición maximalista e invasiva, el filósofo Pascal Chabot denomina “hipertensos” a esta dinámica de sincronización permanente entre nuestras actividades y nuestros ritmos de vida.
